De izquierda a derecha, Glenn Hutchins, la Vicepresidenta Francia Márquez, Alejandro de la Fuente y Henry Louis Gates Jr.
Universidades en todo el mundo impulsan el avance de los derechos de los afrodescendientes, un compromiso creciente que responde a temas de justicia, identidad y equidad global.
Por Pastor Murillo
Recientemente, la Universidad de Harvard condecoró a la vicepresidenta y ministra de Igualdad de Colombia, Francia Elena Márquez Mina, con la prestigiosa Medalla W.E.B. William Eduard Burghardt, reconocido como el mayor referente de los sociólogos y activistas de los derechos civiles en Estados Unidos en el siglo XX. No se trata de un hecho aislado. Este merecido reconocimiento personal a la vicepresidenta constituye, sin duda, una oportunidad para reflexionar sobre el papel que, de manera creciente, desempeñan distintas instituciones académicas en el camino hacia el reconocimiento, la justicia y el desarrollo de los afrodescendientes, agenda que avanza en diversos escenarios de discusión y acción públicas, tanto a nivel nacional como internacional.
En primer lugar, cabe señalar que el reconocimiento de la diversidad étnico-racial, de género y religiosa, entre otros factores identitarios, se encuentra en el centro de las tensiones internacionales en torno a las cuales gravita la agenda global. Las instituciones académicas no son ajenas a este asunto. Por ejemplo, volviendo a Harvard, conviene recordar el ascenso y la prematura caída de Claudine Gay, primera persona negra, y además mujer, en llegar a la presidencia de esa prestigiosa universidad.
En ese sentido, la función social de la universidad y el papel que desempeña la comunidad académica en los centros universitarios de diversos países no pueden considerarse ajenos a los proyectos y objetivos sociales de distintos colectivos que buscan soluciones a los grandes retos globales, íntimamente ligados a sus problemas y aspiraciones.
Además, debe tenerse en cuenta que la cuestión de los afrodescendientes está íntimamente relacionada con la migración, la instrumentalización política del racismo y la xenofobia, el cambio climático, la profundización de las desigualdades, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y los impactos disruptivos asociados al uso inadecuado de la inteligencia artificial y otras formas de automatización, incluido el sesgo algorítmico, entre otros.
La Agenda de los Afrodescendientes: hacia la realización plena de los derechos humanos individuales y colectivos
La Agenda de los Afrodescendientes configura las demandas, aspiraciones y acción colectiva del Movimiento Social de los Afrodescendientes en favor de sus derechos como sujeto colectivo, reconocido en el marco jurídico internacional de los derechos humanos, con el propósito de garantizar su realización material en los Estados nacionales. Esta agencia compromete la participación de diversos actores sociales e instituciones de los Estados, órganos, mecanismos y agencias de las Naciones Unidas, organismos regionales como la OEA, la Unión Africana y la Unión Europea, organizaciones filantrópicas, instituciones académicas, el sector privado, entre otros actores importantes.
Dicha Agenda no es lineal y abarca una perspectiva de tres generaciones de los derechos de los afrodescendientes, que se intersectan en el tiempo:
una primera generación de derechos relativa al derecho a la libertad;
una segunda generación relativa al derecho a la igualdad y no discriminación, que se enmarca en el constitucionalismo de la diversidad, que en América Latina ha dado paso a la expedición de leyes de reconocimiento como grupo étnico, políticas diferenciadas, medidas de acción afirmativa y leyes de penalización del racismo;
una tercera generación de derechos centrada en demandas por justicia reparadora, justicia climática y ambiental y justicia digital, que incluye la inteligencia artificial.
En esta última generación de derechos, la conversación se centra en la reparación histórica por la trata trasatlántica, la esclavización y la prolongación de sus consecuencias. Aquí se profundiza el diálogo político y la articulación de una agenda común que se ha decantado en diversos escenarios, incluido el Foro Permanente sobre los Afrodescendientes (PFPAD) de las Naciones Unidas.
La Agenda de los Afrodescendientes se enfoca en cuatro ejes principales:
1) Consolidación de un marco jurídico de los afrodescendientes como sujeto colectivo de derecho internacional
2) Adopción de políticas para realizar los derechos de los afrodescendientes orientadas al mejoramiento de la calidad de vida en sus entornos nacionales, subnacionales y territoriales
3) Combate al racismo y a la discriminación racial estructural como factores determinantes de la situación de los africanos y los afrodescendientes en el mundo contemporáneo
4) Reconocimiento del lugar de África y su diáspora y de sus contribuciones en la historia de la humanidad, así como el fortalecimiento de su papel en la geopolítica y en la Agenda Global.
Entre las líneas de acción identificadas en el Foro Permanente se destacan: a) La solicitud de una Opinión Consultiva ante la Corte Internacional de Justicia y ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) para establecer la responsabilidad de los Estados en la trata trasatlántica de personas esclavizadas y sus consecuencias. b) Creación de una comisión sobre reparaciones en el Consejo de Derechos Humanos, que pueda derivar en un tribunal internacional sobre reparaciones; c) Establecimiento de un fondo para el desarrollo de los afrodescendientes, en clave de reparación histórica, con Haití como primer beneficiario; y d) Adopción de una Declaración Internacional sobre la Promoción, Protección y Pleno Respeto de los Derechos Humanos de los Afrodescendientes, proyectada como piedra angular que compendiará los estándares de los derechos de los afrodescendientes, incluido el derecho a la reparación, y que avanza en las Naciones Unidas, a instancias del Grupo Intergubernamental de Seguimiento a Durban y también en el plano hemisférico en la OEA.

Foto: ALARI
La academia: conocimiento y formación para la acción colectiva afrodescendiente
Sin duda, el papel de la academia es crucial en el desarrollo de la Agenda de los Afrodescendientes. Una primera contribución es aportar evidencias de que, más allá de una cuestión de justicia con un grupo históricamente discriminado, los asuntos que los afectan trascienden a dichas colectividades y conciernen a la sociedad en su conjunto, como se evidenció con los efectos desproporcionados de la COVID-19 en los afrodescendientes, primero en Estados Unidos y luego en otros países, incluso en Europa, donde dicha población estaba —y sigue estando— en la primera línea al estar sobrerrepresentada en el sector servicios.
En ese marco, no debe extrañar que algunas de las universidades más prestigiosas del mundo se estén ocupando de la agenda global de los afrodescendientes: Así, por ejemplo, la Universidad de Harvard cuenta con ALARI, un Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericano, que emite Certificado en Estudios Afrolatinoamericano.
Las universidades de Harvard y de Massachusetts han sido claves en los procesos de formación y reconocimiento de referentes afrodescendientes, como la ministra de Ciencia y Tecnología, Sandra Olaya; la exministra de Educación, Aurora Vergara, de Colombia; y la exministra de Igualdad Racial, Matilde Ribeiro, de Brasil, por citar algunos ejemplos. La Universidad Carlos III de España, a través del Instituto de Estudios Internacionales y Europeos «Francisco de Vitoria», desarrolló recientemente un curso de formación “Afrodescendientes en América Latina y El Caribe”.
Diversos claustros universitarios han propiciado espacios de debate de los temas más palpitantes de la agenda de los afrodescendientes. Tan solo en marzo del presente año, en Harvard, tuvieron lugar dos grandes eventos relativos a la agenda de los afrodescendientes: La Consulta sobre el Proyecto de Declaración sobre la Protección, la Promoción y el Pleno Respeto de los Derechos Humanos de los Afrodescendientes, y el diálogo sobre “La anti-negritud global y el legado de la trata transatlántica de esclavos”. Igualmente, las universidades de Dayton en Ohio y de Oregon se han implicado en el tema de la Declaración y del Decenio de los Afrodescendientes, desde la perspectiva afrolatinoamericana.
American University, en 2023, adoptó la temática del racismo y la discriminación racial contra los afrodescendientes y su interseccionalidad con el género y la religión en América Latina, como el tema de su prestigioso concurso de derechos humanos. En este ámbito de combate al racismo, también cabe mencionar el trabajo del Centro Comunitario de Sanación Racial de la Escuela de Servicio Público de la Universidad de Arkansas. Por su parte, el MIT, viene desempeñando un rol centrado en la justicia climática y ambiental y la transición energética, poniendo de relieve la trascendencia de los pueblos afrodescendientes, un tema relevante en el marco de la COP16 que tendrá lugar en Cali, Colombia del 21 de octubre al 1 de noviembre del presente año.
En el Caribe anglófono destaca la Universidad de las Indias Occidentales, que ha promovido la agenda de reparaciones, logrando convocar a algunas universidades europeas, incluida la Universidad de Glasgow, Inglaterra.
En Colombia, la academia también avanza en la profundización del estudio y el debate en torno a la cuestión de los afrodescendientes: algunas universidades han creado grupos e institutos de investigación, tal es el caso del IDCARÁN (Igualdad Racial, Diferencia Cultural, Conflictos Ambientales y Racismos en las Américas Negras de la Universidad Nacional); el Centro de Estudios Afrodiaspóricos del ICESI, en Cali, el Observatorio sobre Territorios Étnicos de la Universidad Javeriana y el Observatorio sobre Racismo y Discriminación Racial de la Universidad de los Andes y la Universidad del Valle, entre otros. También se ofrecen programas de formación como la Maestría en Estudios Afrocolombianos de la Universidad Javeriana, licenciaturas en Etnoeducación de la UNAD y de la Universidad del Cauca. Así mismo, la Universidad del Rosario, la más antigua del país, que incluso llegó a tener personas esclavizadas, ha comenzado a desenterrar ese capítulo de su historia, a través del impulso el semillero y la Cátedra de estudios Afrodescendientes.
Distintas universidades han adoptado medidas de acción afirmativa para el acceso a la educación de estudiantes afrodescendientes; entre las experiencias a nivel internacional, se destaca el caso de Brasil, que ha supuesto un salto en el ingreso de los afrodescendientes en las universidades públicas, pasando de un 10 % a un 55 %, en la última década. En Colombia, alrededor de 100 universidades públicas y privadas han adoptado medidas de acción afirmativa tendientes a favorecer el acceso de los afrodescendientes a la educación superior, en condiciones de equidad. Y alrededor de 60 afrodescendientes han sido favorecidos con las Becas Fullbright, para estudios de maestría y doctorados en los Estados Unidos y miles con las Becas Martin Luther King, para el aprendizaje del inglés, con el patrocinio de los Estados Unidos. En este país, las universidades históricamente negras, HBCU, también han acogido a cientos de estudiantes africanos y afrodescendientes, decenas de ellos de Colombia.
Este breve panorama puede aportar otra perspectiva a la discusión que se suscitó, hace algunas semanas, tras el otorgamiento de la Medalla W.E.B, por la Universidad de Harvard, a la vicepresidencia Francia Márquez, e invita a profundizar el análisis y el debate en torno la academia y su rol frente a los pueblos afrodescendientes. Cada vez son más los académicos afrocentrados que contribuyen a la agenda de los afrodescendientes.
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