Para el pueblo Afro vendrán otros difíciles cuatro años en el congreso de la república, acumulando frustración en la representación y ausencia de poder ante la dispersión que distrajo a las comunidades de lo básico, lo esencial y fundamental para el desarrollo de su gente.
Por Henry Tenorio Segura *
Cada proceso electoral trae sus propios balances y conclusiones. Por supuesto que, dentro de este, juegan también las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras (NARP), verbigracia al derecho que se reconoció a estas comunidades como grupo étnico diferenciado a la luz del marco constitucional que nos rige.
Mucho ya se ha comentado sobre si los consejos comunitarios son las únicas instancias representativas por estas colectividades, las llamadas en avalar a candidatos por esta circunscripción a la cámara de representantes. En artículo anterior, senté de cierta forma mi punto de vista en relación con este tema, donde fije una postura, al indicar que tanto los consejos como las organizaciones de base que reivindican el derecho de estas comunidades tienen el mismo derecho de avalar candidatos para aspirar a esa corporación. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral mantuvo una postura que a mi juicio es equivocada, al pronunciarse previo (10 días antes) a las elecciones que estas últimas no eran las legitimadas para participar de la contienda electoral.
Esto es, de lo más irresponsable e irrespetuoso, no solo con las comunidades, sino con quienes se postularon, y, ya habían hecho un ejercicio de campaña por meses y tan solo faltando poco más de una semana, este órgano se pronuncia finalmente, desconociendo su derecho, pero sobretodo atropellando un ejercicio de las comunidades en sus formas organizativas, que hacen un esfuerzo para participar contra grandes maquinarias que están usurpando estas dos curules y menoscabando el derecho de estas comunidades. Esta situación, abrió otro boquete legal, en amplia discusión en el movimiento, en relación con la votación que que lograron esas listas pero que hoy es cuestionada, de esto me referiré más adelante.
Pero como “lo cortes no quita lo valiente”, no se puede desconocer la dispersión electoral de las comunidades NARP. Claro, algunos dirán pero eso esta ocurriendo en general muchos aspectos con nuestro sistema electoral; pero aquí debemos centrarnos en lo que corresponde a la participación político-electoral de estas comunidades.
Muchas de las problemáticas y de dispersión, que se presentan con el tema electoral de estas comunidades provienen no solo de la falta de unidad y organización de estas comunidades como se ya se ha dicho, sino que también responden a la falta de visión y “cálculo político” de los mismos militantes de estos procesos. A que me refiero, por un lado la proliferación de listas en un movimiento que no ha cuajado, hace poco atractivo este proceso; los continuos líos jurídicos a los que constantemente se ve enfrentada esta circunscripción y una votación que en su mayoría se pierde por esa falta de un movimiento fuerte o que represente los intereses de la mayoría.
En el último caso anotado, cuando observamos de las elecciones del pasado 11 de marzo, que la votación por las listas habilitadas en el tarjetón casi iguala a la del voto en blanco, debe llamar la atención sobre lo que esta pasando con estas curules.
No es para menos, llamar a reflexionar sobre el devenir de la participación política de estas comunidades que tienen que ver al parecer por, la existencia un descontento generalizado en quienes han venido representando a estas comunidades, desconocimiento de este mecanismo de participación, o para que le ha servido al pueblo afro estas curules. También se observa que esa dispersión ha hecho que este proceso sea un “salto al vació” en materia reivindicación de los derechos de esta colectividad en la medida que no ha logrado los propósitos altruistas que derivaron de un derecho diferenciado de acción afirmativa para la defensa de los derechos de la gente negra-afrocolombiana en el congreso de Colombia.
Este cumulo de situaciones contrarias a buenas intenciones para la creación de esta representación de donde provienen. Aquí es importante hacer una retrospectiva legal para entender esa dispersión. Por un lado, el punto de partida del derecho afro que su origen en el pacífico recogido en la ley 70, donde su enfoque de derechos y desarrollo fue la región costera y rural de esta parte del país, no obstante la incorporación de otros departamentos en la conformación de la instancia representativa (Consultiva). Este elemento, es necesario recordar porque en la participación político-electoral de la circunscripción inicial por la representación en el congreso predominó ampliamente la participación de la gente del pacífico.
Sin embargo, al contemplar la ley la posibilidad de conformar un movimiento o partido político con personería jurídica, capaz de avalar candidatos de cualquier corriente o circunscripción territorial electoral, convirtió estas curules en una oportunidad de afianzamiento electoral, no solo para las comunidades objeto de beneficio sino para otros partidos, organizaciones regionales, políticos y maquinarias políticas, lo que hace que se desvirtúe el fin para el cual fue creada esta representación. Por eso, encontramos candidatos que aunque pertenezcan al proceso organizativo de la comunidad negra-afro, terminan siendo apoyados por otros partidos y maquinarias políticas como ha ocurrido en pasadas elecciones y en las más recientes con el único fin de cooptar esa representación a beneficio del grupo de poder o influencia.
Esa dispersión no deja ver el bosque, si vemos la votación histórica por esta circunscripción, con la votación que se pierde, se podrían elegir más representantes regionales, incluso senadores que puedan representar los intereses de la colectividad afrodescendiente en las dos corporaciones del congreso de la república. Este “embeleco”, tampoco deja ver, que para estas comunidades en materia de acción afirmativa y del derecho a la participación y acceso al poder político, las comunidades se hayan conformado únicamente con una “pírrica” representación en la cámara baja, y para el senado no se cuente con tan siquiera esa mínima representación. Esto es una total desigualdad, si de acceso en condiciones dignas se trata de brindar a las comunidades afro para que cuente con representación en el congreso de la república.
Esto ha hecho, que en esa dispersión de quienes han llegado a representar “supuestamente” a las comunidades no tengan ningún vínculo con estas, en ocasiones sean sus propios verdugos, pero más allá, han logrado conquistar la creación de movimientos y partidos a interés de un grupo y no del grueso de las comunidades negras como fue su espíritu. Por eso, en ese intento al tratar de mantenerse en la estructura política del poder político pese a grandes esfuerzos e inversiones han fracasado en el intento. Una cosa es aspirar por negritudes para conquistar el poder mediático mediante el reconocimiento de un partido y a la “vuelta de la esquina” lo convierto en una mercancía para la venta de avales a cualquier postor; aunque esa sea una práctica de la política hoy, otros movimientos y partidos de composición étnica.
Las comunidades NARP en tamaño poblacional son casi 5 veces mayor a la población indígena y no cuenta con cuota étnica afirmativa en el senado, contrario los indígenas tienen dos. De los electos senadores, solo uno es de condición étnica afro, elegido por el partido verde, así las cosas para el pueblo afro vendrán otros difíciles cuatro años en el congreso de la república para acumular frustración de representación y ausencia de poder por una dispersión que distrajo a las comunidades a lo básico, de lo esencial y fundamental, para el desarrollo de su gente.
Con esto, lo que quiero decir es que, quienes aspiran por esta colectividad están pensando primero en como conquistar un partido o movimiento y no en como organizar la casa (el movimiento afro), parece que esto no es atractivo y es un “trampolín” a otros intereses. Por eso, mientras se siga pensando y actuando de esta manera, esta representación en la cámara por negritudes seguirá siendo un anhelo frustrado para esta población.
En cuanto a la participación electoral de estas comunidades (hago alusión a quienes se auto- reconocen como tal, así no militen en este movimiento) a la presidencia de la república llama la atención que entre los más opcionados y con “pantalla diaria de televisión y encuestas”, no aparezca ningún NARP. No obstante, al observar el tarjetón de los candidatos a la presidencia de la república, me llama la atención que tres de las listas y fórmulas recogen la etnicidad afro, lo que amerita por ende de mis comentarios.
El primer caso, es el que tiene que ver con Piedad Córdoba, quien va como candidata a la presidencia por el partido Poder Ciudadano, el segundo es el de Fredy Obando Pinillo fórmula a la Vicepresidencia por el Movimiento Político Todos Somos Colombia y el tercer caso y más sorprende es el del Partido de Reivindicación Étnica (PRE). Este último partido, es en lo que se transformó el Consejo Comunitario de los Corregimientos de San Antonio y el Castillo, que avaló a la actual congresista por las comunidades negras Vanessa Mendoza, lo paradójico de este otrora consejo comunitario, hoy partido con personería jurídica por el escaño en la cámara de afrodescendientes, es que no tiene candidato alguno a la presidencia, pero si promueve como entidad partidista el Voto en Blanco, como decía “Don Pepe”, “vaya la vida”. Aquí habría que preguntarse si esta decisión es del consenso de las mayorías afro, que consideran no verse representadas en los demás candidatos; esta es una decisión personal o particular, o a quien beneficia esta apuesta. No obstante, allí tienen las comunidades para que escojan.
Esto demuestra una vez más, la dispersión de un “movimiento” que actúa por convicción particular o grupal (organización) y no colectiva o de movimiento. Lo anterior, por cuanto quienes actúan en interés colectivo de las comunidades están en el deber de llamar al conjunto de las organizaciones que defienden los derechos de esta población para concertar la agenda de participación en las decisiones de la política nacional, más cuando se trata de acceso al poder, de esta manera no se moverían por sus propias pasiones individuales, para luego tratar de representar a una amplia población que urge de espacios en el congreso de la república.
Por eso, las comunidades que tienen esa representavidad tienen una gran responsabilidad para no ser inferiores a los deseos que como pueblo tienen para con en esta colectividad, enarbolando y defendiendo los derechos de estas. Uno de estos, es trabajar y proponer una reglamentación urgente de la Ley 649/01 que establezca el procedimiento de la participación y representación de en esta instancia, que acoja el derecho especial de los grupos étnicos, establecer los estatutos o y reglamentos del movimiento o partido que se cree, proponer proyecto de ley para el acceso a la cámara alta del congreso, proponer el desarrollo y alcance del artículo 7º de la CP en relación con el derecho de todos habitantes de la comunidades NARP del país, esto ayudará en aclarar y evitar en gran medida esa dispersión del movimiento afro que esta “anclado en puerto y no ha podido zarpar”.
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