Darío Córdoba, es uno de los agricultores que se benefician con la construcción de la nueva carretera que une a Capurganá con su cabecera municipal, Acandí. / Fotos: Antonio Sánchez

Luego de atravesar los 19 kilómetros carreteables que separan la nueva vía entre Acandí y Capurganá, considerada una de las inigualables y apetecidas joyas turísticas de los chocoanos, recompensamos a nuestros cuerpos con un refrescante jugo de tomate de árbol, poco antes de disfrutar de una ducha en las confortables habitaciones construidas con madera de Choibá y Almendro del Hostal Capurganá.
Por Antonio Sánchez / Fotoperiodista
En Turbo se llevaron a cabo los Primeros Juegos Fronterizos, una versión fundacional bien concebida por el viceministro del Deporte, Manuel Palacios Blandón, un hombre nacido y criado entre el Golfo de Urabá, Turbo y la renovada Bojayá. Hasta allí llegamos con la periodista Diana Balanta para cubrir la inauguración del evento, presidido por el presidente Gustavo Petro. Los turbeños recibieron con aplausos y vítores al distinguido visitante. Para muchos de los deportistas, fue su primera vez frente al presidente Petro y su primer encuentro con un evento inclusivo, amigable y cargado de amor e integración.
He cubierto innumerables eventos deportivos nacionales e internacionales, y siempre aprendo algo nuevo en cada entrevista con los deportistas. Esta vez me emocionaron especialmente las palabras de las jugadoras de sóftbol: dulces y vigorosas mujeres que, bate en mano, también cumplen funciones de amas de casa, vendedoras estacionarias, pescadoras, recolectoras de banano, estudiantes y esteticistas. Muchas de ellas, al igual que los hombres, fueron deportistas de alto rendimiento, representando a su país, departamento o municipio. Los kilitos de más, las cicatrices y várices pasaban desapercibidos ante la dulzura, calidez y velocidad con la que lanzaban la pelota. Son verdaderas guerreras.
Los Primeros Juegos Fronterizos se diseñaron para estrechar lazos de amistad entre los pueblos vecinos de Panamá, reconocer sus valores y potencialidades, y, sobre todo, reivindicar el hermanamiento entre Colombia y Panamá, según explicó su mentor, el viceministro Palacios Blandón. «Más que medallas y trofeos, es una oportunidad para reconocer a ese grupo de deportistas su aporte a la paz mediante competencias cargadas de amistad y camaradería», afirmó el también exatleta y futbolista.


El éxito de los primeros Juegos Deportivos Fronterizos, en donde Turbo se coronó campeón, estuvo en los hombros del viceministro del Deporte, Manuel Blandón Palacios (der), el director del Inder de Turbo, Marco Antonio Ibarguen. Y de la asesora de Mindeportes y coordinadora general de la justa deportiva, Yania Rivas










“Ustedes tienen aquí a Manuel Palacios, el primer viceministro nacido en esta región; a él y a la ministra Patricia Duque, les encargo la responsabilidad de nombrar a profesores de educación física en donde quiera que se necesiten”: presidente Gustavo Petro. Fotos: Antonio Sánchez
El sueño venezolano

Oficina de Migración Colombia en Capurganá/ foto Antonio Sánchez
En una embarcación para 20 pasajeros, impulsada por dos motores de 200 caballos de fuerza y a una velocidad de 60 km/h, nos dirigimos hacia Panamá. Diana, mi compañera, estaba emocionada ante la majestuosidad del mar Atlántico. Rumbo norte, hacia Puerto Obaldía, el primer pueblo panameño vecino de Sapzurro en Colombia y punto migratorio clave, comenzamos una fascinante travesía junto a los miembros del Consejo Comunitario de Cocomanorte, liderado por Emigdio Pertúz. Él tenía una cita con el cónsul colombiano y el regidor panameño para concertar mejores condiciones de atención a los migrantes que regresan a sus países por esta vía.
Las estrictas políticas migratorias del expresidente estadounidense Donald Trump generaron un retorno masivo de migrantes por la ruta de Capurganá, el mismo camino por el que miles de personas se adentraron hacia el «sueño americano», enfrentando selvas, abismos, animales salvajes y peligrosos criminales.
Me sorprendió gratamente la actitud de los migrantes en el bohío del parque principal de Puerto Obaldía. Cuando un grupo de personas, entre ellos mujeres, jóvenes y niños, me vio con la cámara, me hicieron señas de bienvenida y alegría. Una cortesía inesperada, considerando que muchos han sido víctimas de violaciones, robos, estafas y mentiras.
La cabaña donde se refugiaban del sol de 35 grados estaba repleta de maletas con ropa y escasos utensilios. Allí cantaban vallenato y salsa como si hubieran salido de prisión o ganado la lotería. Las difíciles condiciones del Tapón del Darién y la negativa de los gobiernos estadounidense y panameño frustraron su llegada a Estados Unidos.
«Regresamos a nuestro país, vamos a ver a nuestras familias, no volveremos a cometer este error. Nunca más abandonaré mi tierra. Esta pesadilla no se la deseo ni a mi peor enemigo. Vendí mi casa para emprender este viaje. A mí me violaron frente a mi esposo. A mi hija la violaron delante de mis ojos. Nos robaron los alimentos. Vimos cadáveres en el camino. Pero aquí, en Puerto Obaldía, nos han atendido muy bien. Vamos a salir adelante. Estamos felices de regresar sanos y salvos a Venezuela. Empezaremos una nueva vida, el sueño venezolano nos espera», dijeron varios de los entrevistados mientras esperaban su turno para ingresar a la oficina de migración de Colombia en Capurganá. Todos ellos, alrededor de 300 personas, tenían como destino final Venezuela.








Una nueva vía al mar

Por entre verdes montañas, quebradas cristalinas y el canto de las aves, los colombianos tienen una nueva carretera de 19 kilómetros para disfrutar del paisaje y adentrarse en los placeres que brinda Capurganá. Foto: Antonio Sánchez.


Los capurganaleros no esperaron a que el gobierno nacional o departamental construyera la carretera entre Acandí y su corregimiento Capurganá. Un sueño de más de 50 años empezó a materializarse gracias a la decidida acción del Consejo Comunitario Cocomanorte y la Junta de Acción Comunal de Capurganá. Agricultores y ganaderos ahora pueden sacar sus productos, y turistas y nativos disfrutan de una maravillosa travesía entre quebradas, árboles gigantes, cantos de aves, aullidos de micos y frutas exóticas. Un placer que ofrece la nueva vía al mar, de solo 19 kilómetros sin pavimentar.

Emigdio Pertúz, líder local y representante legal de la autoridad territorial del norte de Acandí, junto a otros líderes como Darwin García, y actores del comercio y sociedad civil, dieron los primeros pasos para hacer realidad esta vía. Hoy, los 16 mil habitantes de la región ven renacer la esperanza de una vida mejor.
A bordo de una camioneta Carpati de cuatro pasajeros, rumbo a Capurganá, experimentamos un recorrido alucinante entre llanuras, cerros, quebradas y montañas verdes, decoradas con vacas, cerdos y garzas que resisten calores de más de 40 grados. Dianita, emocionada, grabó cada instante del recorrido, único en su tipo, atravesando hasta tres quebradas sin puentes, donde el agua tocaba el primer piso del vehículo.
El trayecto desde Acandí hasta Capurganá tomó una hora y 30 minutos, suficiente para disfrutar de pastos verdes, atardeceres de mil colores, haciendas y establos donde reina la tranquilidad y el aire puro. La biodiversidad de la región invita a respirar profundamente y caminar sin temor.
Esta vía, construida por la comunidad, es hoy la esperanza económica de decenas de agricultores, una puerta al turismo y un nuevo capítulo para el senderismo en el llamado «País de la Belleza». Llegar a Capurganá por carretera era impensable. Ahora, sus 16 mil habitantes solo esperan que el gobierno nacional asuma la tarea de rectificar y pavimentar el tramo. ¿Es mucho pedir?

El aroma de las orquídeas, las heliconias y las bromelias, bajo la sombra de árboles de maderas finas como el Choibá, el Bálsamo, Amargo y el Almendro, con los cuales fue construido el agradable Hostal Capurganá, le ofrece al turista, goce y placer en medio de un jardín que adornan sus habitaciones. La palma de naití es la reina de este hospedaje familiar que hace parte del complejo hotelero de los acandileros.
En el HOSTAL CAPURGANÁ, luego del disfrute de sol, baño y brisa por sus bahías de coquetas aguas azules y verdes de Sapzurro, Titumate, San Francisco y la Miel, en Panamá, usted recupera el aliento y le da gusto al paladar con exquisitos platos a base de pescado, langostinos y carnes, preparados por cocineros tradicionales de la localidad. La variedad de jugos de frutas exóticas de la región como el borojó, lulo chocoano, guayaba agria, entre otros, le complementan el menú soñado para deleitarse en su plan de vacaciones.




































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