Los 46 pasajeros nos sentamos dentro de un bus al que los Chocoanos le llaman Línea, otros le apodan chiva o escalera.

La brisa que se cuela por entre las ventanas hace de este viaje, desde Quibdó, un placentero transito que dura 50 minutos hasta el municipio de LLóró. Una península esquinera, ubicada al sur occidente del Chocó, rica en piña, plátano, borojó, yuca y pescado, principalmente. Poco se conoce de la pureza de sus ríos y el encanto de sus cascadas y playas de piedra y arena.

Por Antonio Sánchez/fotoperiodista/ El AfroBogotano

El sobrecupo del bus de mil colores, fue sorteado por el joven conductor y sus dos ayudantes con la ubicación de los turistas y nativos en el techo del automotor- léase capacete- .

La tripulación, atenta y de apariencia atlética izaban en sus brazos y hombros a los adultos, niños y maletas de hasta 25 kilos de peso. Esta vez, en el segundo piso de la linea no ví gallinas, colchones , neveras, bultos de arroz, cerdos ni perros de caza, llamados guagueros.

Aires musicales de cantantes vallenatos, de salsa y reguetón, amplificada en el equipo de sonido del bus modelo 1954, con ocho cambios de velocidad, era tarareada  por las jovencitas que lucían sus sienes con trenzas y chaquiras blancas, rojas y amarillas. Los rostros de afro e indígenas por el reencuentro con su pueblo, familiares y amigos los delataban con sonrisas y la subida del volumen de sus cánticos.

La línea partió en punto de las 8.30 de la mañana, de la calle 27, entre carreras cuarta y tercera, en el corazón de la ciudad. La informalidad en los puestos de salida de algunas busetas con destino a Lloró, La Troje, Carmen de Atrato, Tutunendo y Pacurita, aún permanece como un acto de economía y comodidad de las empresas que transportan a los usuarios. La tarifa mínima de un taxi, desde el centro de Quibdó, a la terminal de transporte, cuesta entre 12 y 15 mil pesos. Un pasaje a Lloró, asciende a 9 mil pesos.

Los avances en la movilidad de Quibdó a través de campañas que reeducan a peatones y conductores; instalación de semáforos y control de la policía nacional, son notorios a partir de la disminución de los guarismos en accidentalidad, según informes de la secretaria de tránsito local. Sin embargo, franqueado el retén de control policial , a la altura del terminal terrestre, el sobre cupo de pasajeros, de manera riesgosa ubicados en el techo del bus y unos pocos guindados en las orillas y estribus, hacen que la accidentalidad esté más cerca en las afueras de Quibdó.

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En Yuto, el ñame es a mil pesos

 Me permito recordarles que el puente de Yuto, se construyó con la sangre del inmolado Hanleth Bechara Cuesta, y de decenas de heridos llorados por sus madres, en aquel paro histórico del año 1987.

En los años 50, un vetusto ferry impulsado por un motor dissel, deslizaba sobre el rìo Atrato, de orilla a orilla a un planchón; y sobre éste hasta tres automotores, entre líneas adscritas a la empresa Trans Progreso del Chocó, camperos y las escasas motos de la época. Era una operación y símbolo turístico que niños disfrutaban con sus padres.

El puente de Yuto es una obra arquitectónica que comunica al vecino de Quibdó con el del San Juan, hoy es orgullo y belleza de los Chocoanos. Ver su majestuosidad de este emblemático viaducto nos hace recordar a las obras de la zona Andina. La diferencia es que quien no conoce su historia cae en el comentario ligero en afirmar que hizo parte del reparto burocrático en Bogotá. Fue una de las primeras conquistas populares del pueblo Afro, que se logró en la negociación del levantamiento social del año 1987.

Las gruesas bembas y manos fuertes de las venteras de Yuto que te sonríen al ofrecer sus deliciosos vendajes como el chontaduro, piña, mango, jugo de borojó, exquisitas cocadas y el insobornable ñame morado, atestiguan de sus raíces Africanas, pero también del sabio emprendimiento para crear y sostener sus famiempresas.

A quien le compré una deliciosa piña, no permitió que le fotografiara. “Usted para que quiere esa foto”, me dijo con razonable desconfianza. Esa zona fue, hasta hace pocos años, punto de violencia entre grupos guerrilleros y paramilitares. Hoy, me informan que ya no existen, pero quedó el miedo como huella imborrable en el colectivo de los Yuteños.

El motor de la línea o bus escalera volvió a gruñir. A cuarenta kilómetros por hora promedio, abandonamos a Yuto y nos adentramos en la espesa selva de frondosos árboles y por entre una angosta carretera de piedra y escaso barro. Aves y frutales se unieron a una valla que nos anunciaba la bienvenida a Boraudo, corregimiento de Lloró.

 

Ay manita casi no llegás-

-Veve Anatilde, ese bolso no es el tuyo?

-Rosita, bajate pues que llegaaaamos. O te queres querá?

El lenguaje ancestral brotó cuando vieron en frente a sus pares y paisanos que les esperaba. El turismo del hablar y escucharlos me puso contento. Mi compañera Any, venida desde la frontera con Panamá, allá en Acandí, gozaba de este florecimiento cultural. Nuevo para ella.

Lloroseño, come piña asada

 Los gentilicios, ofrecen posibilidades de relacionamiento social y una enriquecedora oportunidad, para que los Chocoanos se distraigan en llamados amigables que identifican el origen de sus pobladores y el alimento típico de la localidad a la que pertenecen.

Es así como, En Buenaventura a los Chocoanos les tildan de “come perro”, porque al Puerto sobre el Pacífico era común ver a estos pobladores comprar perros para la caza, llamados guagueros.

A los Yuteños se la “montaron” con el burlesco estigma que fueron los fundadores del pastel de frijol

En Bahia Solano y Juradó a los nacidos en Quibdó y en la zona del San Juan, los mofan con “ustedes los Chocoanos”. Los Solaneños y Juradoseños se han sentido aislados por culpa de la concentración política y administrativa en la capital Chocoana.

Entre tanto, la xenofobia entre Atrateños y San Juaneños, era para alquilar balcón. Me quedo corto con la explicación al decirles que los nacidos en la Capital Chocoana se creían de mejor familia, al decir de los paridos en Istmina y Condoto. Los nacidos en el San Francisco de Asís, los titularon de “Chochas”, con creimiento iluso y grosero.

Y para no ir tan lejos, estas antipatías, se respiraban en las calles de Quibdó. Recuerdo cuando llegúe de Bogotá, los “blanquitos” me llamaban el “rolito” y me invitaban a compartir con ellos, por el solo hecho de jugar bien al fútbol. La cita vespertina era en la cancha del desaparecido Banco Central Hipotecario, llamada la “bombonera”, donde habitan hoy el banco BBVA y AVIATUR, de doña Gloria Cortés

Al salón de oficiales de la Policía Nacional, el único negro que tenía acceso era el color de las llantas de los carros que transportaban a los invitados a manteles. Tiempos de ayer, dice el Grupo Niche.

Sin embargo, el pueblo Chocoano ha renacido dentro de un nuevo concepto de sociedad más amigable, conciliadora y con una causa común para jalonar su progreso y raparle un peso adicional a la torta presupuestal que reparten en Bogotá.

El Lloroseño come piña asada, es una “joda” que los bautizó, no se sabe quien, a los nacidos en esta tierra de las mujeres más bellas del Chocó, de la época de los sesenta.. Apodo que remembra la siembra de esta fruta en las terrazas, por mujeres y hombres campesinos, gracias a los suelos aluviales. El abono natural y el drenaje de estas tierras ricas y fértiles en nutrientes producen abundante borojó, piña y chontaduro.

El ingeniero agrónomo y frustrado sacerdote, Salomón García, nacido en la Península y experto en estas siembras, nos cuenta que barcos como la Niña y La Pinta, bajaban por el rió Atrato repletos de frutas, cerdos, plátanos y pescado para vender a buen precio en Quibdó. En otros casos, las familias viajaban en sus canoas hasta la playa bañada por los dos ríos, el Andágueda y el Atrato  En esa esquina se habilitaba la plaza de mercado durante los sábados y domingos. Nos recuerda.

El profesional de la tierra y defensor del medio ambiente nos recrea con nombres de los ríos y su impacto en la región, como el Andágueda, Ogodó, Guaitadó, Capá, Tumutumbudó. Y de poblaciones antiguas que aún conservan sus tradiciones y paisaje, pese a la explotación minería. Guaitadó, Canchidó, Boraudo y Ogodó, son algunos

Antonio- Recuerde usted que la Vuelta, tiene un asterisco histórico en la vida del Chocó. “Allí fue donde se construyó la primera empresa de energía y el primer canal con exclusas del país para unir a los ríos Andágueda y Atrato. Desde esta factoría se alimentaba de energía a las dragas que explotaban el oro de la compañía Chocó Pacífico y a poblaciones como Andagoya, Condoto, Istmina, Tadó y Lloró.

Para mí estos nombres no son extraños. El primer viaje a territorio Chocoano, lo hice muy chico, desde Bogotá y bajo la guía de sacerdotes y seminaristas claretianos, a las poblaciones de Canchidó, Vlla Claret y las Hamacas. Para la época conocí a un señor que le decían “perra loca”, quien falleció días después. Supe.

La iglesia, los jóvenes y el medio ambiente

 En entrevista con el padre Antun Ramos, párroco de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, me enteré que los jóvenes, en su mayoría quieren que su municipio avance y esperan más ayudas que no sean asistencialistas. Que los gobiernos les capacite y brinde herramientas propias para cultivar la tierra, transformar la madera y crear sus propias famiempresas con subsidios blandos. “Me preocupa que la drogadicción atente contra nuestros jovencitos por culpa del ocio y la desocupación. Y en ese orden, nuestra iglesia, la policía nacional y los consejos comunitarios, entre otras entidades asentadas en la municipalidad, venimos trabajando”, dice el joven clérigo.

La biodiversidad y el oxígeno puro que se respira en Lloró, privilegiado lugar donde usted puede avistar su inigualable atardecer, bañarse en cristalinos ríos y perder la mirada por entre las montañas, es el resultado de la inquebrantable decisión de los miembros de los consejos comunitarios de Cocoillo y Cocomopoca, en no volver a permitir que las grandes empresas explotadoras del oro, entren y arrasen con sus bosques y contamine las tierras y quebradas, fuentes de vida, alimentación y turismo de la región. En su remplazo han realizado alianzas con el ministerio del medio ambiente para ejecutar proyectos relacionados con el Oro Verde y la siembra de achote.


Llorò y Lòpez de Micay, donde mas llueve

El director de pronósticos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), Christian Euscátegui, explica que la principal justificación para que Colombia ocupe el primer lugar de la lista está en la zona del Pacífico, “por un sistema de baja presión cuasipermanente a lo largo del año”.

El sistema se llama “baja anclada de Panamá” y está justo por debajo de Panamá, frente a las costas del Chocó. Básicamente, es una franja de nubosidad que se mueve de sur a norte en el primer semestre, y de norte a sur en el segundo semestre.

Según el Ideam, los lugares donde más llueve en Colombia son Lloró, en el departamento del Chocó, y López de Micay, en el Cauca. En este último municipio pueden caer hasta 15.000 milímetros de lluvia al año, ¡casi cinco veces más que el promedio de todo el país


La emisora Lloró Stereo.

La voz de los Lloroseños, considerada el medio de comunicación de la región, se escucha a lo largo y ancho del municipio a través de la única emisora comunitaria, licenciada por el Ministerio de Comunicaciones, llamada Lloró Stereo.

Esta ventana de noticias, recreación y entretención para los lugareños fue fundada por el comunicador social Youber Moreno, quien la gerencia y dirige en compañía de dos auxiliares. Los 250 vatios de potencia de la estación radial, también le habla a los pobladores lejanos del Carmen de Atrato, Yuto, Rio Quito, Cértegui, Bagadó y a los barrios periféricos de Quibdó.

Compartimos sus emisiones de Semana Santa y sentimos gozo al escuchar al otro lado de la línea, a varios oyentes reportando sintonía desde veredas y caseríos apartados de la cabecera municipal, donde para ellos, los aires musicales religiosos eran la única compañía del momento.

Youber Moreno, nos contó que las puertas de la emisora están abiertas las 24 horas para servicios de urgencia y otros llamados comunitarios. Esta empresa es un ejemplo de emprendimiento a emular.

Sus fiestas patronales, del 10 al 16 de Julio.

Para llegar a Lloró, desde Bogotá o Medellín. Lo puede hacer vía terrestre o vía aérea hasta Quibdó. Luego toma un bus escalera, chiva o línea, por un costo de nueve mil pesos. El Trayecto demora 50 minutos. Visita sus calles empinadas y otras no tanto de los barrios las Cruces, Jerusalén, Silencio, Nuevo Lloró, las Brisas y el Centro.

Desde la vía que conduce de Yuto a Istmina, toma la variante, y en un tramo de 10 kilómetros lo lleva hasta Lloró. 6.5 de los 11 kilómetros, están pavimentados. Precios de hoteles desde 30 mil pesos por persona. Una comida cuesta 10 mil pesos. Existe un colegio llamado Agrológico Departamental del Atrato.

Un puerto maderero, en dónde jóvenes como Jhonatan se alza sobre sus espaldas un tronco de madera de hasta 70 kilos, cada dos minutos, hasta llenar al camión.

Dese el gusto de conocer a al joven Arizmendi Paz, un miembro de la comunidad LGBT, quien diseñó y libretió para colocar en escena los cuadros en vivo de las estaciones de la caída del señor Jesucristo. Su decencia y cordialidad, al lado de su talento, lo hacen visible. Logró con un puñado de jóvenes ofrecernos un bello espectáculo el día viernes Santo.

Dulces a base de coco y piña. Deliciosos panes caseros.

Hay un hospital que posee una ambulancia. Deléitese con sancochos de gallina criolla y de pescado fresco.

El transporte fluvial con seguras y bien adornadas canoas. En tierra, el rapimotismo es una realidad.

Un puesto de policía. Dos farmacias bien dotadas. Dos supermercados. Una carnicería Dos licoreras. Tres tiendas de ropa, Un bello parque que estrenó hace pocos días su zona wiffy pero que requiere refacción. Un extenso puente colgante de 100 metros que se disfruta al caminarlo para conocer una parte del Lloró Viejo.

Lloró te espera para que disfrute de sus fiestas patronales de la Virgen del Carmen, del 10 al 16 de Julio.

La finca del Marañón, de propiedad de los esposos Elsy Borja y Atencio Mena, no puede renunciar a visitarla. Sus playas y cascada son el lugar perfecto para relajarse y compartir en familia. Atrévase a explorar este paraje pletórico de belleza y naturaleza. la dulzura y amabilidad de su gente la hacen apetecible. En suma, es una zona turística por explorar.

Señor Alcalde. Felicitaciones por los avances de su localidad. Pero por favor, de rodillas se lo pido. No permita que los estómagos de sus  ríos y quebradas los llenen de basura.

Espero volver a Lloró y no observar impotente a los comerciantes, lugareños y aseadoras del municipio, lanzando sin misericordia, la basura a estas, aun cristalinas aguas de esta bella península que me acogió como a un uno de los suyos

Gracias Gioro, en Embera