Josefina Klinger ha impulsado un exitoso proyecto de turismo comunitario en el Pacífico colombiano.
La ganadora del Premio Cafam a la Mujer 2015, la chocoana Josefina Klinger, creció escuchando que nacer y vivir en su tierra era estar condenado a la miseria. Creció escuchando que los chocoanos eran ciudadanos de tercera. En una época, recuerda, decían que los negros no tenían alma. Pero un día, pese a una realidad llena de precariedades, sabiéndose madre soltera de dos niños pequeños, decidió dejar de victimizarse y se puso a trabajar.
«Los negros nos hemos dedicado a pasarle la cuenta de cobro a todo el mundo por el abandono, algo que sigue siendo cierto. Pero esa realidad no va a cambiar porque los gobernantes lo quieran. A lo mejor ni quieren. Eso solo va a cambiar cuando hagamos modelos que se vuelvan tan interesantes que todos quieran estar donde estamos nosotros», cuenta Josefina, de 50 años, hija de un alemán que dejó 17 hijos regados en todo el Pacífico y de una campesina de Nuquí.
Separada, con dos hijos, decidió irse de Quibdó –donde estaba radicada- y volver a su Nuquí natal. Su única pretensión era conseguir un trabajo como empleada doméstica. Pero al volver a su tierra, a ese paraíso salvaje entre la selva y el mar, comprendió que el turismo podría ser su salvación y la de su gente.
«Decido ponerle mi alma a un proceso en el que pudiera convencer a la gente de que la pobreza es un estado mental. Porque los recursos están ahí. Si nacimos sin dinero, no podemos pasar la vida permitiendo que el dinero nos determine la existencia», cuenta la mujer, orgullosa de su piel negra, de su pelo crespo y del Pacífico que palpita en sus venas.
Y empezó a generar choques. Y comprendió que más que un trabajo material debía generar una transformación espiritual. Como con los adultos no le funcionó, emprendió un trabajo con la niñez: los empoderó de su territorio, del paraíso que tenían como hogar y les enseñó a ver la vida más allá del discurso de la reivindicación de los derechos de los negros, del hambre y el asistencialismo.
Fue así como nació Mano Cambiada, expresión con la que se conocer la práctica ancestral mediante la cual se intercambiaba la mano de obra. Su organización que se ha encargado de gestionar, dirigir y gerenciar un destino de turismo comunitario sostenible en el Pacífico colombiano.
Ha logrado organizar a las comunidades como prestadoras de servicios turísticos de calidad y amigables con los ecosistemas, y maneja la concesión del Parque Nacional Natural Utría, entre Bahía Solano y Nuquí; se trata de uno de los destinos preferidos por los viajeros extranjeros, amantes de los lugares auténticos que no han sido permeados por el turismo masivo.
«Le digo al presidente Santos: yo hago mi parte acá, ahora le corresponde a usted hacer la suya. Cuando yo vendo una cama en Utría, en el corazón de la selva, estoy vendiendo la imagen de un país», dice Josefina.
Las otras ganadoras
Fueron 22 las finalistas de la edición número 27 del Premio Cafam a la Mujer, que reconoce la labor social y el compromiso humanitario de las mujeres en Colombia. Al galardón de este año se postularon, en total, 177 mujeres.
Además de la ganadora, se entregaron reconocimientos especiales. La periodista Ángela Patricia Janiot, presentadora de CNN, fue exaltada con el Premio Cafam a la Mujer fuera de concurso, gracias a la fundación Colombianitos, con la que ayuda a niños vulnerables a través del fútbol.
Clara Herlinda Guerrero, presidente de la Fundación del Quemado (que atiende a víctimas de quemaduras con ácido en Bogotá) recibió la primera mención de honor.
Y la segunda mención de honor fue para la representante de Antioquia, Hilda Bermúdez, directora de la Corporación Sentir, que elabora juguetes y artículos pedagógicos para ayudar a niños de las comunidades más vulnerables de ese departamento.
Por: JOSÉ ALBERTO MOJICA PATIÑO/El Tiempo
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