El agridulce recuerdo del aeropuerto Palmaseca, registrar la reglamentación del capítulo de la ley 70, asistir a la fiesta de madres que el Grupo Niche les preparó a las mujeres caleñas, dormir en el Hotel Savoy, el primero que se construyó en Cali, posar en los zapatos rojos de “Piper Pimienta”, disfrutar del encanto arquitectónico y ambiental de los parques Obrero y San Nicolás, gozar desde las alturas del icónico Cerró de las Tres Cruces, a bordo de un auto convertible del año 53, y visitar la morada del maestro Jairo Varela Martínez, en cumplimiento de mi promesa, fueron los más apasionantes pasajes que disfruté en mi reciente visita a la capital caleña. Crónica
Por Antonio Sánchez/ Fotoperiodista
Les cuento que del aeropuerto Palmaseca, ubicado en Palmira y que sirve de terminal aéreo a la ciudad de Cali, tengo un agridulce recuerdo de los años 70, cuando a bordo en la cabina de un avión DC 3, de la empresa Satena y al mando del Capitán Jaime Bueno, de manera súbita y en frente de nosotros, apareció un avión jet de Avianca, aterrizando y casi que tocando la misma pista que autorizó de manera equivocada el controlador aéreo. El hijueputa susto fue tan grande como la hábil maniobra del joven piloto de la Fuerza Aérea, para evitar el choque con el HK 727.
Para la época, mi padre, Nelson Sánchez, era el gerente de Satena en la ciudad de Quibdó, motivo por el cual gozaba del privilegio de viajar a bajísimo costo, y en la cabina de las aeronaves DC3 que prestaban el servicio de carga y pasajeros dentro del mismo fuselaje. Viví excitantes momentos al ver la maniobra de despegue y aterrizaje dentro de la cabina que compartía con el piloto, copiloto y un auxiliar o ingeniero. No había azafatas, la carga y el equipaje del pasajero, servían de sillas, y cuando llovía, las goteras de agua se filtraban por entre las metálicas paredes de la armadura en pleno vuelo.
El dulce de ese erizante episodio quedó registrado en mi memoria, cuando el Capitán de apellido Bueno, y su copiloto, lograron, en menos de lo que “canta un gallo”, alzar de nuevo el vuelo con viraje a la derecha y evitar una catástrofe de marca mayor. ¿Vos te imaginas dos aviones chocando de frente?
Irene Vélez, ministra de Minas y Energía, Francia Márquez, vicepresidente de Colombia, Susana Muhamad, jefe de la cartera de Ambiente, Víctor Moreno, director de Asuntos Étnicos del Ministerio del Interior y Elcías Ayala, director (e) de Formalización Minera del Ministerio de Medio Ambiente. / foto archivo: Antonio Sánchez
Un capítulo para los barequeros
El barequeo, conocido como mazamorreo en tiempos coloniales, es la práctica tradicional para extraer el oro y el platino de los territorios de las comunidades negras, sin embargo, desde 1993, fecha en la que el presidente César Gaviria, firmó la ley 70, llamada ley de las comunidades negras, los hasta ahora mal contados 100 mil mineros barequeros de todo el país, que viven de arañar la tierra con el lomo doblado bajo temperaturas infernales, muchas veces, no han tenido desde la reglamentación gubernamental la oportunidad de tecnificar sus formas de trabajo y mejorar sus ingresos y un merecido bienestar. Lo tortuoso de esta actividad, los tiene condenados a morir mas temprano.
Y fue así, como los Ministerios de Minas y de Ambiente, respondieron al llamado de su homólogo, el del Interior, para consultar de cara a los 237 delegados del Espacio Nacional de Consulta Previa, el capítulo V de la Ley 70.
Fue una jornada tensa, disciplinada y por momentos irritada en las emociones y alteradas discusiones para lograr los consensos con el alto gobierno, pero por, sobre todo, que dentro del acuerdo se plasmara un avance para las comunidades y no un retroceso en su economía y al regreso a tiempos pretéritos de la esclavización.
Las pilosas ministras de Minas y Energía y de Ambiente, Irene Vélez, Susana Ahumad, el director de Asuntos Para las Comunidades Negras, Raizales, Afrocolombianas y Palenqueras, Víctor Moreno, luego de 76 horas empleadas, lograron solucionar los disensos y elaborar el histórico proyecto de acuerdo. La vicepresidente de la República, Francia Márquez, llegó al recinto del hotel San Fernando Real, y firmó el trascendental manuscrito que reivindica a estos pobladores alejándolos del sufrimiento que padecen en sus extensas y agotadoras faenas mineras.
Mauricio Ríos y Cristina Varela, en el día de las madres “Nichistas”, celebrado en el Museo Jairo Varela/ foto: Antonio Sánchez
El Museo Jairo Varela
¡Quien lo fuera a creer! El maestro Jairo murió el 8 de agosto de 2012, y 11 años después, Cali se surte de miles de turistas, gracias al museo y la plazoleta que llevan su nombre. Después de muerto, el fundador, compositor y cantante del Grupo Niche, nos dejó, además de su amplísimo y riquísimo legado musical, un centro de exposición que recoge el vestuario, instrumentos, partituras y álbumes, entre otros elementos que datan de las fechas memorables del Grupo Niche, orquesta salsera de origen chocoano y adoptada en Cali como una de las suyas.
La hija menor del extinto Jairo Varela, la simpática Cristina, nos invitó a que compartiéramos con las madres caleñas en su día. Mientras, Gloria Bonilla, su afabilísima madre, acompañada de Mauricio Ríos, propietario del hotel Savoy, nos contaba anécdotas del maestro Jairo, de la orquesta y de algunos integrantes, las madres caleñas y otros invitados se la gozaban danzando con la música de la orquesta salsera y degustando de pasabocas vallunos que en vida vencían el apetito del extinto director del Grupo Niche.
La página Visit Cali, nos cuenta que, el Museo Jairo Varela es un espacio que rinde homenaje al músico chocoano de nacimiento y caleño de corazón Jairo Varela. Con cerca de 28 álbumes grabados fue reconocido como uno de los grandes exponentes de la salsa colombiana y del mundo. El Museo funciona en un local comercial ubicado en el marco de la plazoleta Jairo Varela al cual se puede acceder por ascensor o escaleras. El museo en su interior está conformado por una sala de exposición con 180 metros cuadrados aproximadamente. Alberga distintas piezas de la colección privada de fotografías, carátulas, vestuarios, instrumentos musicales como un piano de cola maracas, claves, premios, condecoraciones y otros elementos donados por artistas como Oscar de León, Charley Aponte e Israel Miranda en donde se resaltan partituras, libros, instrumentos musicales y en algunos casos vestuario como el entregado por la familia de Celia Cruz. El museo fue inaugurado el 8 de agosto de 2014 y desde entonces es motivo de visita a la ciudad de Cali.
Las 250 ventanas del Hotel Savoy
Hace 100 años nació el Hotel Savoy, y fue declarado patrimonio arquitectónico, histórico y cultural de Santiago de Cali por el Concejo Municipal de esa ciudad, mediante el acuerdo 0232 de 2007/ En la gráfica aparece Doña Julia Rosa Ríos, esposa de Custodio Ríos, fallecido, quienes fueron los inspiradores de su construcción y permanencia. Foto: archivo privado y Antonio Sánchez
Terminada la histórica convención de los Delegados del Espacio Nacional de Consulta Previa, me hospedé en el Hotel Savoy, un emblemático edificio ubicado en el corazón de Cali, y a escasos metros de la moderna Torre de Cali, en la que sus fachadas, salas y habitaciones, contrastan con la antiquísima construcción que la familia Ríos, empezó a cimentar hace 100 años y que hoy es orgullo de esta ciudad salsera y de toda su caleñidad.
La fina amabilidad y delicados modales de Mauricio Ríos, el propietario y gerente del Hotel Savoy, me sedujo y entregó confianza para que pudiera hacerle tantas preguntas sobre la belleza y la historia que se esconde en esta mole de 5 pisos, 45 habitaciones, 250 ventanas, 220 puertas y unos lujosos barandales en cedro original.
En vista de la ausencia de mi arquitecto consultor, Douglas Cañadas, acudí a investigar sobre las características de la simbólica obra patrimonial de los Caleños, en la que sus curvaturas y techos altos y ventilados con ahondada iluminación exterior, son los principales distintivos de esta genial réplica asentada en Cali y a buena hora inspirada por la familia Ríos.
Dentro de esa majestuosa obra construida por el reconocido ingeniero Gerardo Posada, se encuentran retratadas en sus paredes, puertas, pasillos, habitaciones y ventanas, una réplica del Hotel Savoy de París, inspirado en el Art Déco, un movimiento arquitectónico y decorativo en Francia en la década de 1920, que se dio a conocer a partir de la exposición de Artes Decorativas realizada en París en 1925, de donde se tomó su nombre, ya que Art Decó es una abreviatura de Arts Decóratifs. El Art Déco, tuvo una gran difusión en todo el mundo, en un principio adoptado por las clases sociales más adineradas y luego por el resto de la sociedad.
En el Hotel Savoy de Cali, han conciliado sus sueños y han organizado desconectados musicales, eventos matrimoniales y de negocios; figuras como Jairo Varela, Willy Colón, Celia Cruz, Oscar D’ León, Daniel Santos y agrupaciones folclóricas de talla nacional y mundial han pisado sus pisos de madera fina, allí se han desarrollado mini convenciones que han dejado en alto la bandera patria de la ciudad y del departamento del Valle del Cauca. Su fundacional aparecer en la escena de la hotelería con un diseño de origen europeo y la importancia para el crecimiento de la capital caleña, le premiaron con el título de Patrimonio Arquitectónico y Cultural de la Ciudad, otorgado por la Alcaldía de Cali.
El voluminoso libro de anécdotas contadas por el también abogado de la Universidad Javeriana, Mauricio Ríos, resalta en especial la que, Jairo Varela y Alexis Lozano, integrantes del Grupo Niche, negociaron en la mesa principal del lobby del hotel Savoy, que aún se conserva, el saxofón del maestro Willy Colon, artista puertorriqueño que por esos días se presentaba en la Feria de Cali. El dinero con que le pagaron al cantante de la famosa canción Idilio, lo suministró en calidad de préstamo el poeta y escritor chocoano Amilkar Ayala.
“Las Caleñas son como las flores”
Rumbo a cumplirle la promesa al Maestro Jairo Varela, visitar su morada donde yacen sus restos, de donde se crearon inmortales letras convertidas en afamadas canciones, Mauricio, sacó de su parqueadero contiguo al hotel, a uno de sus carros de colección que datan de los años 45 y 50. “Calidad, ve” vámonos en este convertible Chevrolet Belaire modelo 53”. Entre sorprendido, feliz y apenado por tan detallado homenaje, nos enrutamos por entre la calles 21 y carrera 10, sector del populoso barrio Obrero, “en donde el que llega se vuelve rumbero”.
Del frondoso parque que habita a vendedores ambulantes, adultos y jóvenes esquivando el sol bajo los árboles, una iglesia adornada por el aleteo y el cántico de manadas de loros, emerge una estatua que se levanta sobre unos zapatos rojos, un pantalón blanco y un sombrero de ala pequeña. Es la imagen del famoso cantante y bailador “Piper Pimienta” Diaz. Pocos saben que se llama Edulfamid Molina Díaz.
“Tomémonos la foto Calidad”: me invitó Mauricio, luego de bajarnos del convertible. Me sentí representado, emocionado, y lleno de nostalgia al tocar los zapatos de quien me agrandó y alegró con sus canciones cuando despuntaba mi adolescencia. ¿Quién no recuerda y se gozó a Las Caleñas son como las flores/ Buscándote/ A la memoria del muerto/ A la loma de la cruz?
Les entrego el merecido homenaje que la Radio Nacional de Colombia le hiciera en sus 25 años de fallecido. Bienvenida exaltación a uno de los pioneros del canto y del baile salsero y tropical en Cali. Hay quienes dicen que no se sabía si “Piper Pimienta”, lucía mejor bailando, cantando o vistiendo. Otros, afirman que “Piper Pimienta”, inauguró en solitario una corriente coreográfica con sus bailes exóticos mientras cantaba.
Desde muy pequeño, se destacó en su natal Barrio Obrero de Cali por sus dotes como bailador, que solía combinar con las de cantante. Nacido en la vereda La Paila del municipio de Corinto, Cauca, en agosto de 1939 y asesinado en Cali, en junio de 1998.
En su adolescencia decidió aprovechar su contextura alta y desgarbada para darles uso a sus particulares vestidos de bailarín, que coronaba con un abundante cabello afro. Así empezó a nacer la leyenda de Piper Pimienta Díaz, la voz eterna de Los Supremos, el Combo Candela, Fruko y sus Tesos, The Latin Brothers y varios proyectos más.
Como muchos otros exponentes de la salsa caleña se enamoró del género después de haber visto a Richie Ray y Bobby Cruz en 1968, en la capital vallecaucana. Su apodo provino de un tío, que lo comparaba con una avioneta Piper por su anatomía desgarbada, y por la pimienta que le atribuyó en un escenario en Buenaventura el presentador peruano Memo Donix.
Al principio él también trabajó como animador hasta tener su primera oportunidad en su primera orquesta, el Combo Los Supremos, bajo su dirección y apoyo en lo musical de Beto Herrera y Luis Züñiga “Chiqui”. Con ellos logra vincularse a la nómina de Discos Fuentes con un disco que hoy es de colección entre los melómanos: “Atiza y ataja”, de 1971.
Ese mismo año, Díaz fue invitado a ingresar a la naciente agrupación Fruko y sus Tesos, del músico y productor paisa Julio Ernesto Estrada “Fruko”, debutando en el segundo disco de la banda, “A la memoria del muerto”.
Tres años después lo relanzarían como cabeza de un nuevo grupo salsero, The Latin Brothers, cuyo formato emulaba al de la orquesta venezolana La Dimensión Latina. Con ellos grabó en 1976 su mayor éxito, «Las caleñas son como las flores», de la autoría del promotor radial Arturo Jorge Ospina.
El tema fue elegido canción de la Feria de Cali ese mismo año y ha mantenido hasta hoy un lugar privilegiado en la memoria de los salseros.
En lo sucesivo llegaría el reconocimiento nacional e internacional, su paso por orquestas como la del venezolano Cheché Mendoza y el fugaz proyecto Colombia All Stars, en el que departió con grandes colegas salseros colombianos, entre ellos los vocalistas Joe Arroyo, Wilson Saoko, Juan Piña y Jairo Licasale.
Existe un disco a nombre de dicha orquesta, pero en realidad fue un artilugio comercial de los empresarios Humberto Corredor y Larry Lanza, quienes llevaron a Díaz a grabar en Estados Unidos un disco encabezado por el músico bonaverense Carlos Carvajal, que fue vendido como un concierto en el Central Park de Nueva York, a pesar de haber sido grabado en estudio, con aplausos superpuestos. En ese disco dejó registrada su popular composición “Cañaveral”.
En su libro “Cali Salsa Forever”, el investigador Rafael Quintero no duda en calificar al cantante como “tal vez el más grande exponente de la salsa a nivel vocal en Colombia”, y más adelante lo describe de esta manera: “Porta el swing caleño en la expresión de sus movimientos corporales.
Sus pasos de baile son un discurso musical que le suma ingredientes artísticos nuevos a sus tonalidades vocales, que podían ir desde las más graves hasta las más agudas, siempre cargadas de swing”. No es de extrañar que en una de sus producciones para el mercado venezolano fuera llamado “el showman de la salsa”.
Temas como “A la memoria del muerto”, “Duelo de picoteros”, “Dale al bombo”, «Buscándote», “A la loma de la Cruz”, “Valluna”, “La guagua” y “Nunca fui tal feliz” siguen siendo las mayores cartas de presentación de Piper Pimienta Díaz.
Los éxitos obtenidos durante las décadas del 70 y 80 se revirtieron luego en tragedia, tras el asesinato de su hijo, el incendio que devoró su vivienda en 1991 y el accidente cerebro vascular que lo sacó de los escenarios. Finalmente, una deuda no paga fue expuesta como la principal hipótesis de su asesinato, en el antejardín de su propia casa, el 4 de junio de 1998.
El pasado 4 de junio conmemoramos 25 años de la muerte del recordado cantante caleño Piper Pimienta Díaz. Por eso es nuestro Artista de la Semana.
Disfrutando desde las inmediaciones del Cerro de las Tres Cruces con la familia Ríos y con mi hija Nilly Marcela./ foto: Antonio Sánchez
Promesa cumplida
Sobre la autopista sur, que comunica a Cali con Popayán y resto de los municipios de Cauca y Nariño, y poco antes de pasar el barrio San Nicolás, uno de los primeros poblados urbanos de Cali, y otro polo de concentración de los rumberos, Mauricio, me cuenta que, en este notorio sector hay un bar llamado la Matraca, en la que sus sillas no alcanzaban para hospedar a los fans de Celina Gonzales, al mejor bailarín de tango del mundo, Miguel Ángel Soto, y a cientos de cantantes, investigadores y coleccionistas de la música salsera. Doña Leída Santa Riascos, su propietaria, mantiene viva la memoria de los pioneros de la salsa este rincón de la cultura caleña, gracias a la permanente y variada programación que allí disfrutan nativos y turistas.
El periodista Antonio Sánchez, visitando la morada del fundador, compositor y cantante del Grupo Niche, Jairo Varela Martínez. Foto: Mauricio Ríos
“Cómo podré disimular si tu recuerdo me acompaña”
No les voy hablar “carreta”: En la entrada del cementerio Metropolitano del Sur, compré un ramo de flores de 20 mil “barras”, y contrario a la multitudinaria caravana que aquel 13 de agosto, día en que el carro fúnebre con los despojos del fundador del grupo Niche, a su paso colapsó el tráfico vial del centro de la ciudad, en especial la carrera quinta, la calle que conduce a la autopista y al mausoleo, estaba vacía. No sentí frio ni tristeza, y menos temor para llegar hasta la bóveda del maestro Jairo Varela. Estaba contento por volverle a ver. Mauricio, mi nuevo gran amigo y Alfredo Tierradentro, otra agradable compañía y trabajador del Hotel Savoy, caminamos hasta la cripta del músico salsero más importante y famoso que internacionalizó la salsa colombiana.
Posé para el lente de mi cámara junto a su carismática foto, oramos, le cantamos y le dijimos a Jairo, que sigue siendo más famoso que en vida, que sus canciones se han convertido en himnos para la gente y en una memoria cantada en cada rinconcito de Colombia, que su orquesta vive y se eleva más arriba de los Farallones del Citará, del Cerro de las Tres Cruces, del de Monserrate y del Nevado del Tolima, y que los jóvenes de Idiprón en Bogotá, pintaron su imagen rumbo en el cerro del señor de Monserrate en Bogotá, esa misma ciudad que lo impulsó allá en el barrio Santa Fe, en la Teja Corrida y en la Ramona Antigua, bares que hacen parte de la historia del Grupo Niche.
Sobre su sepultura, entre canción y canción que amplificamos del celular, le renovamos nuestra admiración a él por tan finas letras y poesías llevadas a la partitura, y que sus hijos, en cabeza de Yanila, han sabido interpretar el sueño que Jairo tuvo en vida: convertir a la orquesta en una institución musical de los colombianos para todo el mundo. Le rogamos al hijo de la poetisa Teresita Martínez de Varela, con quien comparte vecindad en el paraíso eterno, velara por la gente que no tiene que comer, por la justicia y equidad para sus paisanos y resto de colombianos, que la paz no sea excusa para la corrupción y privilegio para unos pocos. Por último, hincados le pedimos que bendijera a todos los músicos del mundo, en especial a los suyos para que no dejaran de cantar, crear y alzar la bandera de Niche por todo el universo.
Es que Jairo Varela, le canto al mundo, y en particular se detuvo en las riquezas de los pueblos colombianos para dedicarles sus letras. Quien no se acuerda y “tiró” paso con Atrateño/Cali Ají/ Cali Pachanguero/ Buenaventura y Caney/ A ti Barranquilla/ Me sabe a Perú/ Mi Pueblo Natal/ Las Tres son Caribe, Listo Medellín, Hola Rola y México México. Todas sus canciones fueron un éxito y motivos para el encuentro, idilio y reconciliación de sus bailadores.
Desde aquel 13 de agosto de 2012, día en que miles de personas asistieron a la inhumación de sus restos, y en la este periodista acudió a una motocicleta para poder registrar el luctuoso desfile, tenía entre pecho y espalda una penitencia por cumplir: visitarlo y agradecerle todo lo que hizo por este servidor, en “Tiempos de Ayer», cuando el maestro producía hasta perfeccionar otras de sus encumbradas piezas musicales: Duele más
De regreso a Cali, por la vía Caña Gordas y poco antes de saborear unos helados riquísimos en la tienda Monserrate, de Jamundí, le subimos al volumen del radio para cantar a todo pulmón una de mis favoritas: Cómo podré disimular si tu recuerdo me acompaña/ Como podré disimular si tu recuerdo me lastima.
Entre tanto, Jairo Varela y “Piper Pimienta”, los dos grandes de la salsa, siguen poniendo a gozar a los caleños. La baldosa, el rumbódromo, la Feria de Cali, Cañandonga, El Bulevar, El Caney, Juanchito y la Matraca, tienen las puertas abiertas para el buen bailador.
No Comentario